Tres de cada diez niñas de 10 a 15 años en comunidades indígenas de Guerrero, Oaxaca y Chiapas siguen siendo vendidas por usos y costumbres y para matrimonios forzados. No son casos aislados, sino una práctica cotidiana en sus entornos y donde el Estado no quiere intervenir para poner un alto porque supuestamente, sus “usos y costumbres” los protegen.
Asociaciones civiles consideran que son 300,000 las niñas y adolescentes vendidas para matrimonio en Guerrero desde hace décadas. Se tiene que algunas niñas desde los 9 años de edad son vendidas por 40 mil y hasta 400 mil pesos, o bien, se pueden intercambiar por ganado como parte de sus usos y costumbres que a todas luces son violatorios de lo dispuesto por la Constitución.
Dichas prácticas se han tolerado indebidamente y esto de poner precio a las niñas y adolescentes de algunas comunidades indígenas, también se permite en Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Tabasco y en la Sierra Tarahumara en Sonora y Chihuahua.
Dicha costumbre tiene su origen en la dote que ofrecía el hombre a la familia de la mujer y que se traducía en dinero, ganado, productos de la cosecha y a veces bebidas alcohólicas, en su mayoría, estos acuerdos se celebran entre los jefes de las familias y las mujeres simplemente no tenían ninguna posibilidad de opinar u oponerse.
Para visualizar de una forma más clara lo anterior, te compartimos estos datos estadísticos recabados por el INEGI en México, que nos habla de lo verdaderamente preocupante que es esta situación.
El Estado no puede seguir ignorando la violencia contra la niñez. La venta de niñas y adolescentes es una violación a los derechos humanos que las autoridades mexicanas deben impedir en lugar de sólo fingir que no existe, evadir el tema o invisiblizarlo.